
Y tengo otra amiga... una rubia, hermosa, despampanantemente inteligente. A veces, parece que fuéramos una sola. Otras veces, estamos tan lejos una de la otra que podemos llegar a desconocernos. Pero la mayoría de las veces, mas bien casi todo el tiempo, somos como llaves de una misma puerta. Cuando esa puerta se abre, vemos colores, de todos los tipos. Vemos pasar pasteles, opacos, claros, oscuros, perlados, mates, y muchos brillos, también. Cuando eso ocurre, la cápsula se cierra para a nadie dejar pasar. Sólo ella, sólo yo para deslumbrarnos ante tanta belleza. De vez en cuando tanta luz nos obnubila el camino, pero, afortunadamente, su presencia me devuelve a la irrealidad en que me sumerjo cuando la realidad me supera.