miércoles, 31 de octubre de 2007

Filosofera



Y tengo otra amiga... una rubia, hermosa, despampanantemente inteligente. A veces, parece que fuéramos una sola. Otras veces, estamos tan lejos una de la otra que podemos llegar a desconocernos. Pero la mayoría de las veces, mas bien casi todo el tiempo, somos como llaves de una misma puerta. Cuando esa puerta se abre, vemos colores, de todos los tipos. Vemos pasar pasteles, opacos, claros, oscuros, perlados, mates, y muchos brillos, también. Cuando eso ocurre, la cápsula se cierra para a nadie dejar pasar. Sólo ella, sólo yo para deslumbrarnos ante tanta belleza. De vez en cuando tanta luz nos obnubila el camino, pero, afortunadamente, su presencia me devuelve a la irrealidad en que me sumerjo cuando la realidad me supera.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Sé amiga, estoy por acá...mis intermitencias virtuales superan a las reales...y eso es lo que soy...lamentablemente... hace un tiempo leí sin responder (ingrata) lo que escribiste (demasiado acertado) sobre nosotras...y pienso ahora en que nuestra historia siempre se agranda, y a la vuelta de un dolor te encuentro tan cerca...y esto es querer que sea más todavía el encuentro...te invito a mi casa, te invito a mis días...fuck...por qué no invito a nadie a mis días? por qué mis encuentros queridos se han vuelto extraordinarios, hasta mi cumpleaños, ajenos? Hay precios muy caros y elásticos que dejan de soportar el estiramiento del paso de los días...hay muchas distancias, y a la vuelta de todo eso, quiero encontrarte y abrazarte de nuevo sin derrotarnos y llorar nostalgias...busquemos un resguardo en el rincóncito iluminado de estos días largos...nos abracemos y charlemos de la vida y de lo otro...nos espero hablando y escuchando (no leyendo) nuestras palabras y gestos
San