miércoles, 16 de enero de 2008

Crónica de un desencuentro XII

Simplemente dejó de contestarle. Ella intentó, pero él parecía ciego, sordo, mudo.
Un día de noviembre, ellá llamó, y el no atendió. Ella enfureció, y sufrió un ataque de pánico.
Y creyó terminar de entender. Se equivocaba, empero.
Días después encontró la verdad y se sintió egoísta. Él la embadurnó con filosofería, y ella, volvió a creer.
Cuando se fue, se perdió... en la inmensidad de sí misma. Corría aún noviembre. Pero no se olvidó de todo al irse. Se lo llevó a él consigo. Y él sabía. Y eso lo hizo sentir acompañado, como pocas veces.
Y ella le pidió a la tierra que él la viera, que la observara al desnudo, al natural, en lo profundo de su ser.
Estaba pidiendo mucho, quizás.

1 comentario:

Xaj dijo...

El pedir mucho ,a veces, nos llena de esperanzas vanas.

Sin embargo sólo puede pedirse mucho cuando podes imaginarlo antes... y eso nunca es en vano.

Saluditos.