lunes, 17 de diciembre de 2007

Crónica de un desencuentro IV

Entre el día de sus cumpleaños, y este día, no hubo novedad. La niña apurada por crecer, decidió abandonarse. Se fue, no muy lejos, pero no tan cerca, a buscar otros rumbos. Convencida de que las puertas se entrecierran, pero nunca se les echa llave, convocó a todos a una gran fiesta. De hecho, lo fue. Tocó como 3 o 4 puertas ese día, y todas se abrieron. Corría Marzo, del 2005. Sin embargo, sólo una de esas puertas estaba tan abierta como cerrada. Parecía que todo estaba destinado a quedarse, a abandonarse con ella. Si alguien le hubiera dicho que el fin no llegaría, quizás ella hubiera tomado otro tipo de actitudes.
Como nadie le avisó, y aún no conocía del todo al buey del arado, se dejó ser. Y quiso estar. Y lo vivió como la primera vez que era, como la última, también. Este encuentro fue también único en su especie, y a la vez, parte de otra especie. No le hizo falta preguntar que hubiera sido si... ya que las palabras fueron sólo el complemento del todo. Se sumaron nuevos cómplices, lo cual le dió un sabor diferente al todo. Y el todo lo fue todo.
Pero fue un todo de patas cortas.
Pero sólo duró esa noche.
Pero nunca más volvió.

No hay comentarios: