lunes, 19 de noviembre de 2007

Feliz cumpleaños, campeón

Es un buen tipo mi viejo
que anda solo y esperando
tiene la tristeza larga
de tanto venir andando.
Yo lo miro desde lejos
pero somos tan distintos
es que creció como el siglo
con tranvía y vino tinto.
Viejo mi querido viejo
ahora ya camina lento
como perdonando el viento
yo soy tu sangre mi viejo
soy tu silencio y tu tiempo.
El tiene los ojos buenos
y una figura pesada
la edad se le vino encima
sin carnaval ni comparsas.
Yo tengo los años nuevos
y el hombre los años viejos
el dolor lo lleva adentro
y tiene historia sin tiempo.
Viejo, mi querido viejo...
(Piero)

Mi viejo es un tipo extraño...
Pocas miradas dicen tanto como la suya.
Una de las fulminantes te deja tecleando, sin entender cómo ni por qué.
La de tristeza es la que más me llega.
Me pasa que no sé cómo borrarla, hacerla desaparecer (y en la pupila aquel dolor).
El contexto, lo sé.
El viejo cumplió 55 años el sábado.
55 che.
Muchas, muchas malas. Muchas muchas buenas.
Pero muchas malas.
El viejo es mi armario, mi mesada, mi cochera, mi brazo, mi codo, mi hombro.
El viejo es mi sostén.
Y él lo sabe. Y hace uso de esa condición. Y me gusta que la use.
A veces, cuando nos enteramos cuán padre e hija podemos ser, salpicamos de llamas a quien se acerque.
Generalmente, brillan mis ojos si se reflejan en los suyos.
Pocos abrazos me golpean así. Pocos.
Pocas palabras me marean así. Casi ninguna.
Ninguna persona hay como mi papá. Y por suerte es mi papá.
Y de mi hermano. Que por suerte también, lo disfrutó a más no poder.
Hubo cancha, hubo rally, hubo viajes.
Que bueno que eso quede siempre en su memoria. Que bueno, che.
Ahora no hay más de eso. Pero sí hay hija para rato. Lo prometo, pa.
Pa...

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