lunes, 5 de noviembre de 2007

Pitu pitu

Acabo de hacer algo que no quería hacer. No quería, pero me obligó la situación. No sé si alguna vez vas a leer esto. Pero te pido perdón. Perdón porque debí dejarte ir sin siquiera darme vuelta. Perdón porque provoqué una rosca que nadie quería. Perdón porque ahora estoy así. Sin saber qué sentir.
Es cierto que la vida a veces nos lleva por caminos que nunca pensamos recorrer. A nosotras nos tocó este. Y decidimos caminarlo, y eso es lo que más duele. Al menos a mí. Podríamos haberlo evitado, sólo sentándonos a entendernos. Sólo intentando contactarnos con el ser de esto, de esto que es muy groso para mi. Groso porque yo te cago amando, y groso porque no sé que hacer con nada.
Y es groso porque tengo la sospecha de que podríamos hacer a un lado cosas que no nos atañen, cosas que no nos hacen falta. Asi yo no puedo estar. Ni siquiera lejos tuyo. Porque me importa mucho, porque te quiero, porque quiero volver a reirme de nosotras, de mi, de vos... porque quiero que te vuelvas a sentar en esta mesa que queda un tanto vacía si no estás.
Habré sentido muchas cosas entrecruzadas, habré dicho cosas incoherentes, pero NUNCA dejé de decir y afirmar cuánto te quiero y cuánto podríamos arreglar todo. No sé cuándo leerás esto, pero no es más que un mensaje de intento de amor. No me sale mucho amor porque estoy un poco alterada por todo. Pero es así. Yo te amo a vos. Y eso no va a cambiar, me grites lo que me grites, me digas lo que me digas, hagas lo que hagas. No va a cambiar.
Quiero que estés acá, quiero que vuelvas a ser quien eras para esta casa. Como otra ama del hogar. Quiero que vuelvas a sentirte parte. Quiero que estés.
Perdón, si es lo que tengo que hacer. Ya no le temo a esa palabra. Ojalá no temas oírla. Porque te la puedo decir mil veces. Pero quiero que la escuches. No que la leas. Dale, vení. Hablemos. Dale. Copate.

No hay comentarios: